Este es el segundo de los testimonios de las personas que han sufrido de acoso laboral y que continuaremos publicando.
En las instituciones educativas, es común encontrar casos como el de César, que nos platica cómo sufrió el abuso por parte de su jefe y compañeros, cómo se sentía, así como la afectación que tuvo derivado de estos ataques.
"Mi nombre es Cesar (omito mi apellido por obvias razones), y hace poco más de un año estuve trabajando como docente de las materias de contabilidad y administración en una institución educativa de nivel medio superior de ciudad Juárez, Chihuahua. Comencé a trabajar en ese lugar por un amigo que formaba parte del personal administrativo de esa escuela y habían tenido una repentina baja de un docente a mitad del ciclo por lo que me pidió de favor que le apoyara durante un poco de tiempo; a pesar de que el salario era por debajo de mis expectativas, decidí apoyarlos para concluir el semestre, ya que en ese momento yo me encontraba con disponibilidad laboral como contador.
Al iniciar mis actividades como docente noté la carencia de enseñanza que tenían los alumnos derivado a la falta de organización, ellos parecían no saber en qué parte del plan escolar se encontraban, por lo que procedí a realizar una evaluación para tener un punto de partida y de esa manera tratar de regularizar a los alumnos, posterior a ello las cosas parecían ir “sobre ruedas”, la evaluación me permitió hacer las adaptaciones necesarias para poder instruir a los alumnos.
El ambiente laboral en la escuela era un tanto frio y distante, una práctica común entre el resto de los maestros era evitar un contacto demasiado personal, por lo que no había muchas presentaciones ni protocolos, simplemente se tenía la mínima interacción posible dirigiéndose unos a otros como “profesor(a)”, tal vez (pienso) de esta manera se evitarían el conocer los nombres de los demás docentes. En cambio, los alumnos empezaron a tener confianza conmigo, convirtiéndose mi lugar de trabajo a su vez en un refugio para ellos, en donde buscaban consejo y apoyo, derivado tal vez de tener un hijo adolescente cercano a la edad de ellos, del cual les había platicado en alguna ocasión.
Sin saberlo esta confianza de los alumnos hacia mí, que pareció algo positivo (ya que podría ayudar no solamente a los alumnos en cuestiones meramente cognoscitivas, sino en cuestiones referentes a su desarrollo personal) fue el comienzo de mi martirio, ya que de alguna manera esa cercanía y confianza que los alumnos habían tomado hacía mi persona, pareció molestar a algunos directivos de la misma.
De pronto empecé a recibir llamadas de atención por parte del director, en las que se me pedía que no tuviera esa cercanía con los alumnos, sino que me limitara a la enseñanza exclusivamente, cuestión que dé inicio no me pareció correcta ya que ellos eran quienes me buscaban en este sentido y esto no interfería en la enseñanza, además de que se podía demostrar evaluando el gran avance de conocimiento de la materia en comparación con otras escuelas en cada uno de los grupos, cumpliendo no solo con el programa académico propuesto sino excediendo al mismo.
Cada vez fueron aumentando ciertas conductas de acoso por parte de directivos y maestros que parecían mostrar cierta inconformidad comentando en ocasiones algunas indirectas o simplemente ignorándome, como si no existiera; o también cuando pasaba por los pasillos, alcanzaba a escuchar y a ver como se burlaban de mí, además de notar como hablaban en mi contra otros docentes un sinnúmero de calumnias, ya que los mismos alumnos me comentaron que otros maestros decían cosas en mi contra y les aconsejaban que se alejaran de mí.
De pronto noté como también mis pagos empezaron a tener deducciones económicas con falsas justificaciones y sin llamadas de atención previa, como lo son supuestos retardos o salidas anticipadas al horario habitual, cuando la realidad era que siempre fui puntual e incluso me retiraba hasta una hora después de terminadas las clases, ya que permanecía un poco más tiempo en el lugar, aconsejando a algunos alumnos, dando asesoría (en ocasiones de temas que no eran mi materia, porque los alumnos no entendían las explicaciones de algunos de sus profesores); a esto presenté mi queja formal ante los administrativos, pero ellos me decían que aunque otras personas confirmaran que estuve en la institución en el horario habitual, su sistema no lo había detectado por lo que no podían hacer nada al respecto.
Posteriormente el director de la institución comenzó a pedirme realizar actividades extras a lo establecido en mi contrato como “favores”, por ejemplo, el dar una clase a padres u otras personas sin ninguna retribución extra o bien, ayudarles con algunos problemas fiscales que se presentaron por una multa hacendaria; la última situación de ellas fue que me ofrecieron “la oportunidad” de dar una capacitación contable a una empresa de renombre en la ciudad, por lo que me pasaron el contacto directo de la empresa para que me comunicara y viera que era lo que requerían para así ofrecer mis servicios (o eso fue lo que dieron a entender al inicio). Al yo acudir a las instalaciones de la misma charlamos de las necesidades que tenían y como podía dar instrucción a los empleados del área contable, conviniendo una compensación económica por mis servicios a la empresa; sin embargo posterior a ello el director de la escuela me llamó a su oficina para informarme que el contacto que me pasó era su amigo y no podría cobrar por mis servicios, ya que yo era empleado de esa institución y ellos serían quienes realizarían el cobro, y que él solo había pedido de mi parte un favor sin retribución, a pesar de que esto me costaría alrededor de 30 horas de mi tiempo sin contar el tiempo de preparación del material, a lo que me negué rotundamente a colaborar con ellos bajo esas condiciones provocando así el enojo del director, quien empezó a insultarme por “mi falta de cooperación y compromiso”, y esto para mí fue “la gota que derramo el vaso”.
Un día mi amigo que trabajaba como administrativo, ante la situación me dio un consejo diciéndome: “cuando una persona permanece mucho tiempo en un lugar, tiende a verse afectado por el entorno que lo rodea y si este es negativo llega a afectar a las personas a tal grado de provocar en ellas que cambie su personalidad y adopten sin notarlo la manera de ser y pensar del entorno”.
Al meditar en ello tuve pavor de llegar a ser como los demás, de dejar de hacer las cosas con el ánimo adecuado, de convertirme en uno de ellos, también me dio miedo quedarme sin trabajo por la merma económica que implicaría, sin embargo, para mi valió más mi integridad y salud emocional, por lo que procedí a terminar el periodo escolar en el que me encontraba para posteriormente renunciar.
Creo que logré escapar antes de que el daño fuera mayor, sin embargo, tiempo después me enteré como ellos daban malas referencias laborales de mí (a pesar de haber terminado mi relación laboral de manera adecuada, sin dejar ningún pendiente e informando de mi renuncia con la debida anticipación), lo que me ha dificultado conseguir empleo rápidamente.
Hace unos meses atrás leyendo en internet diversas cosas, me encontré con el hecho de que este tipo de situaciones llevan por nombre “acoso laboral” o “mobbing” y que es una situación que afecta significativamente a las personas, por lo que decidí contar mi testimonio, ya que a mí me ha impedido colocarme en un puesto donde pueda desarrollarme profesionalmente y creo que el tiempo es crucial para evitar un mayor daño. Espero que esto haga reflexionar a otras personas sobre la importancia de tener adecuados ambientes laborales libres de acoso."
César. Noviembre de 2015
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