Hoy en día se habla de la toxicidad en las organizaciones. Según Emilio Pineda Sotelo la toxicidad afecta en México a una de cada 10 empresas, generando pérdidas en la productividad de hasta el 33%. Pero ¿desde cuándo comenzó éste fenómeno que se encuentra íntimamente relacionado con el mobbing o acoso laboral?
Falta de conciencia en las organizaciones.
Es conocido que desde la época de la revolución industrial, las grandes nacientes corporaciones han obtenido una mayor fuente y concentración de ganancias, basándose en la sobreexplotación de las personas que prestaban su fuerza de trabajo a cambio de un salario suficiente para vivir. Éste fenómeno social de los siglos XVIII y XIX, condujo a diversos problemas sociales, sin embargo todos ellos derivados de jornadas excesivas de trabajo, y además pagos por demás miserables; y aunque todos comprendemos la parte de la clase obrera en base a lo inhumano que resulta solo sobrevivir “mal durmiendo” y “mal comiendo”, nadie habla de lo que probablemente pensaban los dueños de las grandes corporaciones, tal vez era que para obtener la mayor ganancia para sí mismos, era necesario reducir los salarios para los trabajadores de su empresa.
Las condiciones de trabajo y el salario se reguló a partir de los inicios del siglo XX, sobre todo en México que fue la primera nación que agregó a la constitución de 1917 los derechos sociales, específicamente aquellos referidos a las cuestiones laborales como condiciones y jornadas de trabajo y los derechos sindicales, y al establecimiento de los salarios mínimos que las personas pudieran percibir.
El Constituyente de Querétaro definió el salario mínimo en la Fracción VI del 123 Constitucional como aquél "que se considera suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos". Esto atiende a que el salario es la única fuente que tienen los trabajadores para satisfacer las necesidades si mismos y de sus familias.
Ahora bien, los salarios actualmente no permiten cubrir la totalidad de las necesidades básicas de una persona, mucho menos las de una familia entera, lo cual hace mas difícil la opción de la búsqueda de un segundo empleo para obtener mayores ingresos, en otros casos las organizaciones implementan cuestiones como horarios rotativos, o bien obligar a realizar al trabajador “horas extras” pero sin la justa retribución, es decir no reconocidas debidamente por la empresa para no pagarlas al trabajador.
Todo esto, que se encuentra totalmente alejado de un estado de bienestar en la población en lo general, los bajos salarios, el desempleo y la falta de oportunidades, producen una alta competitividad en los trabajadores ya sea por conservar su puesto de trabajo y subir en el escalafón de la empresa o bien por “eliminar” a los posibles nuevos empleados que pudieran establecerse en su lugar; así mismo, en los empresarios y dueños de grandes corporaciones, se da un desinterés en el clima organizacional, y porque erróneamente se ha pensado que sobreexplotar y propiciar conflictos en los trabajadores produce mayor productividad y por lo tanto mayores ganancias, al final de cuentas, trabajadores hay muchos y empleos pocos, pensarán que “nadie quiere perder la magnífica oportunidad de conservar su empleo cuando es tan difícil conseguir otro o emprender”.
Estos pensamientos por lo tanto fomentan la toxicidad dentro de las organizaciones, cuando son responsables de velar por todo aquello que atente contra la dignidad del trabajo. Sin embargo las empresas no siempre son conscientes de que esa toxicidad les puede ocurrir a ellas.
Hace falta un conocimiento general del fenómeno del mobbing, de las empresas tóxicas, de que existen personas con perfiles indeseados, solo teniendo la conciencia desde la cabeza de la organización, y en los niveles directivos, y mandos intermedios, se podrán obtener mejores condiciones laborales para las personas, y por lo tanto mejores productos y servicios así como una riqueza mejor generada y más merecida.
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